El arte cristiano es casi tan antiguo como el cristianismo, las imágenes cristianas más antiguas conservadas datan de alrededor del año 70 d. C., y se encuentran registradas entre los hallazgos arqueológicos de la iglesia de Megiddo. Esta temprana proliferación de imágenes, aunque no conservadas en su totalidad, nos proveen con registros arqueológicos acerca del inicio del cristianismo y su evolución. Las esculturas cristianas más antiguas corresponden a sarcófagos y datan de principios del siglo II.
Mucho del arte europeo sobreviviente a la caída del Imperio romano es arte cristiano. Mientras que la estructura política del Imperio romano de Occidente esencialmente colapsó después de la caída de Roma, su jerarquía religiosa (lo que hoy es la Iglesia Católica Romana) patrocinó y apoyó la producción de arte sacro. La Iglesia Ortodoxa de Constantinopla gozaba de una mayor estabilidad dentro del Imperio romano de Oriente y fue clave en el patrocinio de artes en su zona de influencia y en la glorificación del cristianismo.
Durante el desarrollo del arte cristiano en el Imperio bizantino, una estética más abstracta reemplazó al naturalismo previamente establecido por el arte Helénico. Este nuevo estilo fue hierático significando esto que su propósito primario era comunicar el significado religioso más que representar exáctamente a los objetos y las personas. La perspectiva realista, proporción, luz y color fueron ignorados en favor de la simplificación geométrica de las formas, la perspectiva invertida y el uso de convenciones estandarizadas para retratar a individuos y eventos. La controversia acerca del uso de imágenes graves, la interpretación del segundo mandamiento y la crisis de la iconoclasia Bizantina llevaron a una estandarización de las imágenes religiosas dentro de la Ortodoxia Oriental.
Con el surgimiento de una sociedad europea occidental más estable durante la Edad Media, la Iglesia Católica dio la pauta en términos de arte usando sus recursos para comisionar la creación de pinturas y esculturas.